Vivimos una época en la que las plataformas de movilidad han tomado gran relevancia, pareciéndonos imprescindibles, creándonos una dependencia tal, como si respirar casi dependiese de estar adscrito a una APP. Esta revolución tecnológica adictiva, no es más que otra de las etapas o cambios que sufre el sector. Con ello no queremos decir que los adelantos tecnológicos no sean buenos, sino que debemos adaptarlos con sentido común y priorizando el interés del sector. Debemos ser conscientes que la clientela pasa a diario por nuestros taxis, desde hace muchas décadas, sin que tengamos que pagar peaje o comisión a ningún fondo de inversión por ello. ¿Porqué tenía que ser diferente y depender ahora de una multinacional para realizar el trabajo que llevábamos desarrollando durante décadas sin necesidad de ellos?. Sin darnos cuenta nos hemos dejado influir por esas campañas de marketing que nos ofrecían la panacea, pero que con el tiempo han evidenciado que detrás había un claro objetivo, apropiarse de nuestros clientes para tenernos atados a una comisión que creciera incesantemente. Lógicamente una vez apropiados de nuestra clientela, la venden y revenden al mejor postor, incluidos nosotros mismos o las VTC, pasando por múltiples plataformas de movilidad, que no paran de multiplicar sus comisiones y rebajando los importes de los servicios. Como ocurre en el sector agroalimentario, después de tanto intermediario, el que soporta los gastos, los riesgos y se lleva la menor parte es el propio productor. ¿Estamos ante un escenario que pueda llegar a asemejarse?.
¿Qué herramientas tiene el sector para hacerle frente a esta vorágine? Históricamente conectar al cliente con el taxista se hacía a través de las radioemisoras de cooperativas de taxistas, vía teléfono. Hoy estas radioemisoras también ofrecen una APP, para ampliar su modelo de negocio y hacerlo más atractivo. Pero parece que no es suficiente o que no han calado en el usuario. En Sevilla por ejemplo, el sector lleva muchos años esperando ansioso el compromiso incumplido del ayuntamiento de la creación de una APP pública, que conectase a los usuarios con los taxistas.
¿Finalmente tenemos que depender de una plataforma de un fondo de inversión? No, por supuesto que no. Desde Élite Taxi Andalucía se planteó y proyectó desarrollar una APP de servicios, sirviéndonos de las subvenciones que tuviéramos al alcance, para que a los taxistas no les supusiese coste alguno. Una APP de la que fueran propietarios los mismos taxistas, donde las decisiones se tomasen entre todos y todas en asamblea y no por unos directivos de una multinacional. Actualizarse a los tiempos, pero con sentido común, usando los recursos a nuestro alcance, sin crearnos una dependencia enfermiza. Ahí esta esa herramienta funcionando y abierta a todos los taxistas andaluces «LOLATAXI APP». Un claro ejemplo de que si se quiere, se puede. información en: lolataxi24@gmail.com
¿Y porqué se generó esta imperiosa necesidad en el sector, a la que algunos después de tildar al taxi de anticuado con respecto a estas plataformas, dijeron que la solución pasaba por «adaptarse a los nuevos tiempos»? Hace ya casi 10 años que, aterrizaron en algunos puntos de España, plataformas disruptivas que entraron como «elefante en cacharrería», pisoteando marcos legales, presionando a políticos y oligarcas y evadiendo impuestos (fuente: Investigación periodística del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación sobre 124.000 documentos de Uber filtrados al Diario The Guardian). En un intento de hacer un transporte de viajeros con vehículos particulares en principio y posteriormente tras alguna denuncia y sentencia en contra, acogerse a la figura legal de la VTC. Estamos hablando de plataformas como Uber, Cabify o Bolt. La aparición de estas APP operando con VTC y haciendo un intrusismo directo en nuestro sector, fue el detonante para que el taxi se lanzase en brazos de cualquier operador, como si hacerles el «caldo gordo» fuera la solución. Casi diez años, que el sector del taxi lleva luchando contra esta lacra de la Uberización, la cual daba por hecho que el taxi sería un servicio «residual» a la vuelta de dos años, y que a día de hoy seguimos aquí defendiendo nuestro patrimonio y servicio, gracias a la lucha por derechos incansable del sector.
¿Pero quién es nuestro verdadero enemigo? Como si de una adicción se tratase y nos impidiese ver más allá, mientras no entendamos que las VTC son un «peón» efímero en el juego, y que el verdadero y potencial enemigo esta vestido de Plataforma de multinacional, no avanzaremos. El objetivo final de estas multinacionales es llegar a cobrar más del 30% de comisión al mayor número de prestatarios de servicio, le da igual que sean VTC, taxis, o particulares. Para ello se vale de los «colaboradores necesarios», carentes de escrúpulos, dentro del sector del taxi. Al igual que en otras ciudades, esta semana pasada Uber, para ahorrar costes y a costa de «osados» taxistas, comenzó una campaña alentando a los taxistas de Granada, para que trabajasen con su plataforma. Y como si les hubieran lavado el cerebro a cambio de una futura y mísera propina, un puñado de taxistas sin rubor ni ética alguna, se han lanzado a promocionar, coordinar y trabajar para ellos, con la excusa de que son autónomos y no tienen que rendirle cuentas a nadie, entre otras absurdas teorías que débilmente justifiquen su actitud. Decimos osados, con independencia de que sus principios y dignidad la han arrastrado, porque no han evaluado los riesgos propios, dejándose engatusar infantilmente. De hecho los servicios que Uber les ofrece son a la baja y rondan entre el 30% y el 40% por debajo de la tarifa oficial del taxi. Como ejemplo de ello, exponemos un servicio desde la Alhambra al Aeropuerto de Granada ofreciéndolo a 29€, cuando su precio con tarifa oficial puede rondar los 40€, o un viaje Granada-Madrid ofrecido desde 330€, cuando su precio alcanza 560€ por tarifa oficial. En los trayectos urbanos nos encontramos múltiples casos similares, como uno ofertado a 9,07€ en día festivo y que en la práctica ronda los 11€ tarifa oficial taxímetro (documentos gráficos al final). Queremos recordarle a estos taxistas, que deben ser conocedores y conscientes, que presuntamente estén incumpliendo gravemente y de facto la normativa, y de constatarse conlleva las respectivas sanciones. Cuando aceptaron trabajar para esta plataforma «exoneraron» a la misma, de toda responsabilidad derivada de la prestación final del servicio, desarrollado por el «taxista», que estos desconozcan la normativa y la ley vigente, no les exime del cumplimiento de la misma. Además de el daño que este comportamiento ejerce contra los intereses del sector, y del que todos nos podemos hacer una idea. Las «Tarifas oficiales del Taxi» son de obligado cumplimiento, preservan nuestra supervivencia como sector y garantizan una movilidad accesible a la ciudadanía.
El taxi es un sector sano y productivo, no necesita de oportunistas externos. La clave del éxito pasa por creer en el «compromiso colectivo» y a partir de ahí podrá crecer el sector y alcanzar la posición que merece.